La publicidad es el sistema operativo que estructura nuestro cerebro. Importa el simulacro, no la realidad. Las grandes empresas de esta sociedad no son las que ofrecen mejores bienes o servicios, sino las "especializadas en la producción de consumidores". Y lo mismo ocurre con las personas. Nadie está a salvo. Dedicamos nuestro tiempo a pensar cómo vendernos, en preparar nuestra campaña... No somos, aparentamos.
el Ajo contra el sabor a mentira
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